Frase de la semana

Tenemos que entrenarnos todos los días en el pensamiento positivo.

domingo, 29 de enero de 2012

Cómo responder al peligro

Antes de que podamos entender lo que significa una “experiencia traumática” o “el estrés traumático” debemos pensar en qué reconocemos y manejamos el peligro. La mente, el cerebro y el cuerpo están programados para que hagamos que el peligro sea lo primordial para nosotros. Las cosas que representan un peligro cambian durante el transcurso de la niñez, de la adolescencia y de la adultez. Para los niños más pequeños, las piscinas de natación, los tomacorrientes, los venenos y los objetos afilados son cosas peligrosas. Para los niños de edad escolar, caminar a la escuela, correr en bicicleta por la calle o subirse a lugares altos presentan nuevos peligros. Par los adolescentes, el acceso a los automóviles, pistolas, drogas y tener más independencia —especialmente de noche— son nuevas dimensiones de peligro. Los peligros cambian de acuerdo con el lugar donde viven los niños y conforme a cuáles sean las circunstancias de la familia. Por otra parte, los peligros varían según la historia de las sociedades y de las culturas.

En una situación peligrosa suceden tres cosas. Primero, tratamos de establecer cuál es el peligro y cuán grave es. Segundo, tenemos fuertes reacciones emocionales y físicas. Estas reacciones nos ayudan a tomar medidas, aunque éstas podrían ser muy perturbadoras y difíciles. Tercero, intentamos buscar la forma de hacer algo que nos ayude a protegernos del peligro. Tratamos de prevenirlo, de protegernos a nosotros mismos y de proteger a otras personas, o hacemos algo para evitar que el peligro empeore. La forma en que nos sentimos ante un peligro depende de dos cosas: de cuán grave pensemos que pueda ser el peligro y de lo que creamos que podemos hacer para contrarrestarlo.

Extraído de 

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